La Reencarnación, ¿es verdad o no? (Parte 1/2)

Si preguntamos sobre si la reencarnación es verdad o no, como no podemos ponerlo bajo un microscopio, no podemos afirmar nada a ciencia cierta.

Por otra parte, hay mucho testimonios de personas que relatan cosas de vidas pasadas, sin que tenga que ver para nada ni la cultura en la que nacen o educación que reciben, por lo que bien podría ser cierto.

En trabajo de Terapia de Regresiones tratas esas vidas que aparecen como reales, pero tampoco lo sabes, ni tampoco te importa porque la finalidad de una regresión no es hacer turismo por el pasado, sino sanar problemas que la persona tiene en la presente existencia.

Que sea una escenificación o representación mental o una vida pasada real tanto da, lo importante no es de qué color sea el gato, sino que cace ratones…

Nota previa

Esta área de mi blog es de Reflexión, y quería abordar la Reencarnación no intentando dilucidar su verdad o no, porque como he dicho, no se puede poner bajo un microscopio, sino porque me tropiezo −de forma reiterada− con personas muy encerradas en sus propias creencias, a las cuales quizás esto ayude a aclararles que esto no es una nueva moda venida de Oriente.

Por otra parte, también quiero abordar algo que casi siempre va de la mano de la discusión sobre esta creencia, que es el papel de la religión en la sociedad. Punto que, considero, debería tenerse siempre en cuenta a la hora de evaluar la validez de los propios dogmas, ya que conocer el papel de la religión en la sociedad ayuda a comprender a quién, y para qué, sirven muchas veces esos dogmas. 

Por supuesto, cada uno tiene derecho a creer en lo que quiera, pero viene bien enterarse de algunas cosas básicas, porque cuando te tropiezas con algún fanático, del orden que sea, no hay diálogo ni, por tanto, aprendizaje posible.

La reencarnación

Históricamente la reencarnación ya era algo conocido desde los tiempos de los faraones, esta es una cita capítulo 125 del Libro de los Muertos:

El individuo, en presencia de Osiris, Señor de las Dos Maat, y de otros 42 dioses, debía prestar una solemne declaración de inocencia e, inmediatamente después, su corazón era pesado ante Maat. En uno de los platillos de la balanza se colocaba el corazón, en tanto que en el otro se colocaba una pluma de avestruz, símbolo de Maat. El corazón, si era justo, debía pesar menos que la pluma. Thot (el dios escriba) registraba el resultado sobre una tablilla y declaraba en su caso al difunto «justo de voz». En otro caso, un ser monstruoso, devoraba al fallecido devolviéndolo al mundo de la materia donde se encontraría con las consecuencias de sus actos.

Vaya… O sea, que quizás estamos hablando, viendo las fuentes a las que se remonta este libro, a un mínimo de unos cuatro mil quinientos años, y ya creían en la reencarnación…

Y el cristianismo también creía en la verdad de la reencarnación

Y esto no hace más válida esta creencia, lo sé…. Pero es un punto importante en relación con la religión predominante en Occidente, el Cristianismo, porque esta religión bebió de todas las fuentes de creencias de su tiempo para formarse (*).

Aunque luego se pasó unos cuantos siglos de su historia moldeando esas creencias, haciéndolo a golpe de concilio y anatema, eliminando las sectas más fuertes a las más débiles. Aquí más fuertes no significa más llenas de razón, miren qué pasa al día de hoy con el Islam y verán que no son los más amables los que avanzan, en aquel tiempo pasaba lo mismo.

Sin embargo, a pesar de las prohibiciones que ya claramente desde el Concilio de Nicea, en el año 325, persiguen esta creencia, no fue hasta el 553 en el II Concilio de Constantinopla que lo declararon herejía.

El tiempo que les llevó erradicarlo, más de cinco siglos, creo que nos dice hasta qué punto era una creencia bien asentada. Consideren, por tanto, que los cristianos se han pasado más de un cuarto de su historia creyendo sin problemas en la reencarnación, hay citas de ilustres padres y santos de esta religión que hablaron de ella, pero eso sí… A partir del 553 todos ellos fueron víctimas de anatema.

La importancia política de manejar la ideología

Lo importante aquí, y hay que recalcarlo, es que no fue prohibida esta creencia por el clero, ni por los padres de la Iglesia ni por nadie con conocimiento espiritual del tipo que fuera, el Papa Vigilio (Virgilio en otros sitios) no estuvo presente en ninguna de las deliberaciones, ni envió representante alguno y, por lo tanto, jamás aceptó que la doctrina de la reencarnación fuera proscrita del credo cristiano, se hizo contra su voluntad.

La voluntad que decidió eliminar esta creencia fue la de un emperador romano, Justiniano I, y fue una decisión política… ¿Y me puede decir alguien qué saben los políticos realmente del mundo del espiritual?

No creo que nadie tenga realmente ni la más remota idea al día de hoy de lo que realmente dijo el fundador de su religión, de tanto como han manipulado lo que dijeron por intereses de poder, si ni siquiera conocemos realmente nuestra historia más reciente porque la historia siempre la escriben los vencedores, entonces ¿cómo pretendemos realmente saber qué pasó o se dijo de verdad hace cientos o miles de años… ?

Los cristianos siguen una orden política, no religiosa

En el caso cristiano, al no creer en la reencarnación siguen una orden política, de un emperador romano, no lo que decían los padres de la Iglesia que supongo de estos temas debían saber bastante más… ¿A quién le deben ustedes obediencia y dan más credibilidad, a Justiniano o, por ejemplo, a Orígenes…?

Porque por lo que he visto, hasta ahora, parece que les resulta más fácil tragar las órdenes de un emperador romano que con el concepto de la reencarnación que defendían sus primeros maestros, ¿por qué? ¿Acaso es más fácil? No lo dudo.

Que la religión. siempre. ha sido una forma de control de las masas no debería ser algo difícil de comprender. En otro tiempo llegué a pensar que ese control incluso era positivo, porque permitía lo que dijo un poeta: Sería sin un orden la merienda de comernos los unos a los otros…

No hace falta la religión para saber lo que está bien o está mal

Pero con el tiempo y la madurez he comprendido que no es así, que se perdona el bollo por el coscorrón. Porque ya se ha demostrado que hace 40.000 años (seguramente mucho antes también), las tribus primitivas cuidaban de sus ancianos, así como ayudaban a recuperarse de graves heridas a su gente, sabían lo que era correcto y debía hacerse sin gurús, avatares ni religión, el ser humano por sí mismo sabe lo que es correcto o no. Porque aunque no sea capaz de recordarlo, tiene el conocimiento del lugar de donde viene su alma.

Otra cosa es que no quiera o le convenga reconocerlo (pero para prevenir esto mejor la ley laica), y entonces esté realmente cometiendo lo que sería un pecado, porque saber que una cosa está mal y hacerla voluntariamente y pudiéndolo evitar es lo único que yo puedo considerar pecado, además de optar voluntariamente por la ignorancia…

(Sigue)

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Nota: 

(*) Hay quien dice que los judíos no creen en la reencarnación, parece ser que aunque desde el siglo XIX ya no hablan abiertamente de ello si que creen en la misma; en todo caso, yo he tenido la oportunidad de leer un libro que me prestó un persona de dicha religión sobre la reencarnación, estaba escrito por el que era en su momento el Gran Rabino de la Sinagoga de Nueva York y hablaba con la mayor naturalidad de la reencarnación, tratando diversos de sus aspectos como una creencia más en la que participaba plenamente.

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