Cuanta más capacidad para tragarte Sapos… Más Poder Tendrás

Para nosotros, que nos pasamos la vida soñando, despertar a la realidad no suele ser un proceso amable, pero es lo que nos hace más fuertes.

Tragar sapos aumentar tu poder¿Qué quiero decir con cuánta más capacidad para tragarte sapos, más poder tendrás? Pues es algo que conoces bien, aunque a menudo, incluso inconscientemente, te cueste aceptar: que cuando hay algo importante que aprender en tu vida, normalmente no llega de una forma agradable. Y que cuando más te has resistido a aceptarlo, cuando más te ha costado, peor ha sido. Mientras que cuando, quizás después de mucho tira y afloja, o después de una experiencia que ya no admitía más excusas, lo has aceptado e integrado y has dado un salto a un estado superior.
 
Quizás ese estado no es más feliz que el anterior,  porque tal vez en el anterior vivías más ignorante, por tanto más tranquilo. Sin embargo, una vez llegado a este siguiente punto, no volverías a él. Sabes que no podrías, que ya no es suficiente.  Y, como digo, no significa que la vida sea más fácil en él, sólo que ahora sabes que el estado anterior  no tenía sentido.

1. Razón de este Artículo y Vídeo

Leí en Instagram un comentario que decía lo siguiente: 

No puedes irrumpir an el corazón de otra persona para «ayudarla» o «cambiarla».

Sólo puedes llamar cortésmente a su puerta, pues solo ella puede, si quiere, abrirte desde dentro.

Cualquier otra actitud o excusa por tu parte es burdo allanamiento, abuso, violencia.

Me llamó mucho la atención de una forma especial. Algo me llamaba ahí, y cuando algo lo hace es por alguna razón.

Con la primera línea no puedo estar más que de acuerdo. Si no te han preguntado y no es tu responsabilidad, como podría ser el caso de unos padres con sus hijos, ¿a qué te metes? Sólo sería una muestra de soberbia.

Sin embargo, la segunda línea es donde la cuestión cambió… ¿Cortésmente? Y ahí me puse a pensar, porque decía  que cualquier otra actitud o excusa por tu parte es burdo allanamiento, abuso, violencia, y esto es grave. Tuve que hacer un autoexamen personal muy serio, porque en mi trabajo de desarrollo personal y solución de problemas, muchas veces no soy cortés. Y si esta persona tenía razón, estaba abusando y siendo violento. Eso merecía una profunda reflexión.

 

2. La vida no pregunta cortésmente si quieres tragarte sapos

Y me di cuenta de algo importante: Cuando se han producido en mi vida los cambios más drásticos, más importantes, aquellos que han marcado un antes y un después, fue tras una experiencia en que la vida, de una forma nada. cortés, golpeó mi puerta, esa que no tenía la menor intención de abrir, y la hizo volar en pedazos. Si me hubiese preguntado nunca hubiese abierto, entre otras cosas porque ni siquiera hubiese sabido donde estaba el pestillo o, ni que hubiese puerta…

Por tanto, tragarte sapos me dio más claridad, más poder, pero aunque necesario no era algo que hubiese deseado ni loco.

Entonces reflexioné las muchas personas que, en un momento dado, encerradas en si mismas, en su dolor y su victimismo, no me había quedado más remedio que actuar como la vida lo había hecho conmigo. Nunca fue algo agradable, siempre ha sido algo amargo y, por tanto, algo que intenté evitar todo lo posible. Sin embargo, si tienes voluntad de servicio, de ayudar, ¿qué otra cosa podías hacer?

Por supuesto, antes intentas la vía blanda, la amable, la de hablar mucho y dar muchas vueltas, pero sabes que no se puede perder tiempo. Evidentemente, como me dijo una vez una psicóloga, si alguien me llega con este problema le doy hora todas las semanas para los próximo siete años… Lógicamente, es posible que así sí se pueda ser cortés, y mucho, pero… ¿Es esa forma de ser cortés la correcta, la honesta, si hay otra más rápida? Quizás sí, quizás esta sea más cortés y, también, más rentable económicamente, pero no la que más necesita la persona, porque la vida de una persona se compone sólo de una cosa: Tiempo.

3. Y la cortesía fue por años lo que mantuvo la persona en el infierno

De ahí me di cuenta, en mi reflexión, que muchas personas que me habían llegado se habían pasado la vida recibiendo esa cortesía. Habían asistido a muchos cursos, seminario y sido atendidos por todo tipo de terapeutas que, sin excepción, las trataban de una forma excepcionalmente amable. De esa forma, podían ejercer de víctimas sin tener que salir jamás de ese estado. Se lamentaban, se quejaban, lloraban o, incluso, se enfadaban, y así encontraban el apoyo para seguir haciendo lo mismo. Al final, se daban cuenta que nada cambiaba, pero no se daban cuenta que lo que buscaban es que el mundo cambiara, sin darse cuenta que quién tenía que cambiar eran ellas, ¿pero cómo podían darse cuenta cuando todo el mundo les daba tanta aprobación? ¿Podía preguntarle, cortésmente, quieres tragarte este sapo…? 

Por otra parte, y lo que hacía el asunto aún más complicado desde el punto de vista moral, es que hay que reconocer que todas estas personas tenían muy buenas razones para sentirse víctimas. Por tanto, sentir compasión por ellas era no algo vacío, sino lógico e, incluso debido, porque tenían muy buenas razones para ello.

Sin embargo,  ¿eso serviría de algo? Y ahí es donde siempre me movía en esa frontera con esas personas. Por un lado observas las personas, sus heridas y la carga de su vida, sus buenas razones para haberse refugiado en una serie de creencias que las protegen y, por otro, la necesidad de sacarlas de esa mazmorra. ¿Pero cómo hacerlo si ella no sabía ni que estaba encerrada en una mazmorra y consideraba que miraba la vida desde una atalaya?

4. Tragarte sapos y las palabras amables que no son sinceras

Alguien dijo que las palabras amables no son sinceras, y que las palabras sinceras no son amables... Esa idea de la cortesía es hermosa, quizás válida si te puedes pasar con alguien en un trabajo de terapia años, pero salvo que así sea es poco práctico. Viene de toda esta educación blanda, floja, donde todo el mundo debe vivir en un entorno seguro, protegido, cuando eso es absolutamente falso en un mundo real. El mundo real no es un entorno seguro ni amable, y pretender que la gente espere que lo sea es hacerla débil. ¿Quieres tragarte los sapos que supone aceptar y tener más poder, o prefieres seguir esperando que el mundo cambie a mejor porque tú te sientas muy buena persona? Pues ya puedes esperar no sentado, sino tumbado…

Además, si lo piensas bien, es despreciar a las personas, porque es considerar que carecen de la capacidad para enfrentar lo que sea necesario para tener una mejor vida, es infravalorarlas.. Y esta si que es una burda excusa donde, pretendiendo que no se es violento ni se allana nada, se hace que las personas no tengan la capacidad de defenderse de la violencia y de los allanamientos ajenos.

Cuando has trabajado por años en Regresiones a Vidas Pasadas, sabes bien de la enorme capacidad que en un pasado tuvieron las personas, y que gracias a una educación que tiene un objetivo claro, hoy son incapaces tanto de defenderse, como de superar los obstáculos que les pone la vida y, por tanto, superarse a sí mismas. No puedes despreciar a las personas pensando que no son capaces de asumir incluso lo más duro, eso es una falta de respeto, tan grande como intentar ayudarlas o cambiarlas sin que ellas hayan expresado el menor deseo de hacerlo. Tú sabes que tragarte sapos es clave, y que cuanto antes lo hagan mejor, porque serán menos grandes.

5. El objetivo no es Tragarte Sapos, sino las consecuencias que tiene

¿De qué se trata, de hacer personas más fuertes, seguras, capaces o de hacerlas más dependientes y blandas? Desde luego, la idea de la Nueva Era, y de quienes han apoyado el conjunto de principios que engloba, no tiene por objetivo lograr individuos fuertes, sanos, poderosos, sino fácilmente dominables. Eso es lo que todas las religiones han buscado siempre, y la Nueva Era no es menos religión que otras. Por tanto, si no ayudas a las personas a crecer y a, precisamente, enfrentar todos sus miedos, las estás traicionando y ahí sí que no las estás dando el debido respeto.

Sin embargo, y paradójicamente, con las personas más dañadas, por tanto más debilitadas, esto nunca funciona de una forma cortés. Esa persona observa la vida, desde su propio punto de vista, y no puedes decirle tienes que tragarte más sapos… Ya ha tenido suficientes, y es cierto,  pero hacerle entender que se los está tragando porque no se ha tragado precisamente el más importante, ¿crees que es algo que entenderá por las buenas cuando está totalmente encerrada en si misma?

En esta situación, tragarte sapos también es para ti…

Llegado a este punto tienes que elegir, porque cuando una personas con esos problemas vino a trabajar contigo, no incluía el permiso para abrir esa puerta, para violentar su tranquila auto-justificación y su victimismo. En realidad sólo venía para seguir haciendo lo mismo que siempre: para sentirse mejor porque, una vez más, alguien más, le daría la razón para seguir en su victimismo. Pero nunca para que alguien llegara y le dijera debes tragarte estos sapos  porque te ayudará a enfrentar el problema real.  A nadie le gusta mirarse en ese espejo, y es lógico porque la imagen que nos devuelve nunca es amable, para ninguno…

Y tú, no sin pesar y hasta dolor, sufrimiento real y prefiriendo mil veces desaparecer que enfrentarlo, lo asumes porque ya sabías que no había otra, es tu responsabilidad. Ya sabías que tú  también tendrías que tragarte sapos, esos de dejar de ser cortés, de pedir cortésmente, porque eso ya lo habías probado, lo conocías, y sabías que en un momento dado sólo te quedaría actuar como la vida siempre lo hace cuando nos quiere despertar…

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Una historia de cómo llevar a cabo un sueño, y como en ese camino hay cosas muy poco amables que enfrentar: El Seiscientos que quiso ser un Porsche.

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